Hay un instante en el ciclo eterno de la Tierra en que el Sol alcanza su cenit, la luz toca su punto más alto y los días comienzan a acortarse como un suspiro mágico enviado por los dioses antiguos. Es el Solsticio de Verano, Litha en la Rueda del Año celta.
Un umbral dorado. Un momento suspendido entre la plenitud y el comienzo del descenso.
En Litha la energía solar vibra en su máxima expresión: es la corona de fuego de la Tierra, el tiempo del esplendor, de la expansión, de la maduración de todo lo que fue sembrado en Ostara y Beltane. La rueda gira hacia la cosecha, pero aún estamos en la danza del alma con el fuego creador.
Energía astrológica y duración del portal solar
Astrológicamente, el Sol entra en el signo de Cáncer en el momento exacto del solsticio, que suele suceder entre el 20 y el 22 de junio en el hemisferio norte. Este tránsito no sólo marca un cambio de estación, es también un portal energético que se extiende desde tres días antes hasta tres días después del momento exacto del solsticio.
Durante este tiempo, la energía solar se condensa y se intensifica. Es un momento propicio para rituales de renovación, de visión clara, de conexión con tu fuego interno y con tus Guías, aquellos que te recuerdan la misión y el camino de tu alma.
Cáncer, regido por la Luna, nos recuerda que este fuego solar no es abrasador ni invasivo: es luz que nutre, calidez que envuelve, claridad que revela desde el corazón. Es la alquimia entre la plenitud de tu fuego interno y el misterio de las aguas profundas de tu alma.
Litha: fuego, gozo y poder interior
En las antiguas tradiciones celtas, Litha era una celebración de fuego y abundancia. Se encendían hogueras en las colinas para honrar al Sol en su punto álgido y se danzaba alrededor de ellas pidiendo protección, fertilidad y bendición para las cosechas.
Todo florece bajo la luz de Litha, pero no debemos olvidar que también se empieza a gestar el regreso a la oscuridad. Tras este punto máximo de luz, el Sol comenzará su lento declive hacia el invierno. Por eso, este es también un momento de toma de consciencia:
¿Qué deseas conservar de todo lo que has sembrado?
¿Qué estás dispuesto a soltar para que el lento e inminente descenso a la oscuridad sea un viaje «ligero»?
San Juan: la máscara cristiana del fuego ancestral
Como en muchas otras festividades de la Rueda del Año, la celebración pagana del solsticio fue transformada por el cristianismo en una festividad “nueva”: San Juan, el 24 de junio.
El fuego siguió ardiendo en la noche, pero el relato cambió. Donde antes se honraba al Sol, a la Tierra y a los espíritus de la naturaleza, se comenzó a hablar de purificación cristiana, de milagros, de santos.
Pero el alma ancestral no olvida, su memoria sigue viva a través del tiempo, y los rituales paganos se siguen realizando bajo el disfraz de la cristiandad.
- Las hogueras de San Juan se siguen encendiendo como un eco más antiguo, más salvaje, más libre.
- Se siguen recogiendo las «hierbas de San Juan» al amanecer del día más largo, cuando aún mantienen la frescura de la noche y siguen impregnadas de rocío, para ser colgadas en las puertas o sumergidas en agua sagrada. Un gesto que habla el idioma de nuestros ancestros
¿Cómo vivir este portal?
El Solsticio de Verano es un tiempo para:
- Encender el fuego interior: enciende una vela o una hoguera y observa qué parte de ti quiere arder, florecer, brillar.
- Honrar lo que ha crecido: agradece tus frutos, por pequeños que sean. Todo lo que crece merece ser reconocido y agradecido.
- Conectar con la Tierra: Camina descalza por la naturaleza, siente el calor de la tierra bajo tus pies y permite que la energía de Plenitud de la Tierra impregne tu cuerpo.
- Escuchar la voz del fuego: El fuego habla. Utiliza la llama de una vela o una hoguera. Observa, medita y escribe lo que el fuego te cuente.
- Recoger hierbas solares: como la hierba de San Juan, la angélica o la caléndula. Hazlo con reverencia, conviértelo en un gesto sagrado de ofrenda al sol, en un amuleto tejido de luz. Toma conciencia de su significado como símbolo de un pacto antiguo entre la Tierra y tu alma.
Una invitación a lo sagrado
Cada vez que celebramos el Solsticio, tejemos un hilo más en el tapiz de la memoria ancestral. Volvemos a vivir en círculo, a reconocer que todo tiene su tiempo sagrado, su estación, su luz y su sombra. Reconectamos la trama de nuestro alma con la sacralidad de la Tierra.
En este umbral dorado, te invito a detenerte, a mirar al cielo, a sentir cómo el Sol no sólo está afuera, también en tu interior, latiendo en tu pecho, iluminando tus creaciones.
Feliz Litha,
y que el Sol ilumine tu camino
He preparado una ofrenda para este umbral solar:
un ritual sencillo, en formato descargable,
para que puedas encender tu propia llama interior
y danzar con la energía viva del Solsticio.
✨ Puedes descargarlo aquí:
Más rituales en la Guía de la Rueda del Año.
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