INTRODUCCIÓN
El otoño avanza y la naturaleza se apaga lentamente. Entre Mabon y Samhain, la Rueda del Año nos conduce hacia el ocaso solar y el inicio de un viaje interior profundo.
Lejos de ser un tiempo de pérdida, los antiguos pueblos celtas lo consideraban un retorno a la esencia: la entrada a la oscuridad fértil, donde todo descansa hasta que llega el moment de renacer.
En este artículo te invito a explorar cómo este tramo del ciclo puede convertirse en una experiencia espiritual y psicológica de transformación.
LA OSCURIDAD COMO ARQUETIPO Y MAESTRA
Mirar la oscuridad no implica caer en ella, sino reconocerla como aliada en el camino de la conciencia. En el lenguaje simbólico de la Rueda del Año, este descenso interior refleja el mismo movimiento que realiza la naturaleza: retirarse hacia dentro para regenerarse.
En la psicología profunda, Carl Gustav Jung describió este proceso como el encuentro con la sombra: ese descenso interior donde reconoces lo que eres y, al hacerlo, recuperas tu poder y autenticidad.
Su visión dialoga con la sabiduría ancestral de la Rueda del Año: así como la tierra se repliega hacia la oscuridad para nutrir su semilla, el alma también necesita adentrarse en su noche interior para renacer.
Como afirmaba el propio Jung, no nos iluminamos imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente la oscuridad. Aceptar este viaje hacia lo desconocido es permitir que la vida nos transforme desde dentro.
LAS SOMBRAS QUE EMERGEN ENTRE MABON Y SAMHAIN
En este período, el inconsciente colectivo se mueve al ritmo de la caída de las hojas. Surgen temas profundos: la pérdida, el desapego, la muerte simbólica y la transformación.

A nivel personal, pueden manifestarse como:
- Nostalgia o revisión del pasado.
- Necesidad de cerrar ciclos emocionales.
- Deseo de soledad o introspección.
- Procesos de duelo o liberación de viejas identidades.
Cuando detectes que estás atravesando uno de estos estados, se consciente de que no son retrocesos, sino ajustes naturales del alma.
Así como los árboles sueltan sus hojas para proteger la savia, nosotros también soltamos lo superficial para conservar lo esencial.
CÓMO REALIZAR TU VIAJE INTERIOR HACIA LA OSCURIDAD
Acompañar conscientemente este descenso puede ayudarte a integrar emociones y equilibrar tu energía. Aquí tienes algunas prácticas que pueden serte útiles:
1. Diario del descenso
Durante estas semanas, escribe cada día lo que sientes que estás dejando atrás.
Pregúntate: ¿Qué parte de mí necesita descansar? ¿Qué deseo liberar antes de Samhain?
2. Conexión con la naturaleza en decrecimiento
Camina al atardecer, observa la caída de las hojas, siente el aire más frío.
Permite que la tierra te enseñe el arte de rendirte sin miedo.
Antes de realizar esta práctica te recomiendo que leas este artículo, así podrás desvelar los mensajes que salgan a tu paso.
3. Rituales simbólicos de cierre
Crea un altar otoñal con hojas secas, piedras oscuras y una vela violeta o negra.
Enciéndela con gratitud y suelta aquello que ya cumplió su propósito.
4. Silencio y descanso
La oscuridad no se llena, se habita.
Regálate espacios de quietud, silencio y calma. El alma también necesita hibernar.
EL DESCENSO DE LA DIOSA
En el umbral secreto que se abre entre Mabon y Samhain, la Diosa adopta su rostro más enigmático: ya no es la portadora de cosechas ni la guardiana de los frutos visibles, sino aquella que se interna en los reinos ocultos para custodiar el misterio de lo que aún no ha nacido. Este no es un descenso de muerte, sino de gestación. Como una antigua soberana del ciclo vida-muerte-renacimiento, la Diosa se adentra en la oscuridad no para extinguirse, sino para encender una llama más profunda, invisible aún para los ojos humanos.
Este descenso sagrado no representa pasividad, sino valentía interior. Es la invitación a mirar dentro de ti misma sin juicio, a aceptar las partes que has negado, a reconocer que incluso aquello que temes contiene el germen de tu sabiduría. Así como la semilla se esconde en el suelo oscuro para despertar en primavera, la Diosa se entrega al silencio para tejer el renacimiento que aún no tiene forma. Ella sabe que lo que se disuelve no desaparece: se transforma.
Seguirla en este tramo del camino es aceptar el llamado a la introspección consciente. Es permitir que las máscaras caigan, que lo que sabes sobre ti misma se deshaga en el caldero interior. Porque solo quien se atreve a descender puede regresar renovado.

Cuando realizas el viaje, no obtienes respuestas inmediatas; pero sí visiones, intuiciones, símbolos. Ten paciencia, y la comprensión llegará a ti en su momento. Allí, en el corazón de la sombra, la Diosa te recuerda que no hay un verdadero despertar sin atravesar la noche oscura del alma.
El descenso de la Diosa no ocurre solo en los mitos, sino dentro de cada corazón dispuesto a recordar su poder creador en medio del invierno interior.
Cómo enfrento mi sombra entre Mabon y Samhain: mi práctica de descenso interior
En este momento de la rueda del año me permito un gesto silencioso que se ha vuelto ritual: apago las luces, dejo una vela encendida, y me siento frente un espejo, frente a mí misma.

En este umbral, lo que hago es llamar a mis sombras con honestidad. Me pregunto qué parte de mí he estado evitando durante el brillo del verano, qué emoción quedó escondida bajo el movimiento y la prisa. A veces cierro los ojos y dejo que aparezcan imágenes, sensaciones, rostros antiguos; no las juzgo, no las retengo, solo las recibo.
No busco respuestas ni sanación inmediata. Solo quiero aprender a no huir. Este pequeño ejercicio, quedarme en la penumbra conmigo misma, es mi manera de descender antes de que llegue la noche de Samhain. Siento que, si no me atrevo a mirar mis propios fantasmas ahora, entraré en la oscuridad sin guía. Por eso, entre Mabon y Samhain, me preparo.
Aprendo a acompañar lo que duele, a mirar de frente lo que me incomoda, para que no sea mi sombra quien me arrastre, sino yo quien elija descender junto a ella con los ojos abiertos.
ABRAZAR TU NOCHE INTERIOR
Al mirar este tramo entre Mabon y Samhain, recuerda que cada momento en silencio y cada encuentro con tu sombra es un acto de valentía. No se trata de tener todas las respuestas, sino de permitirte estar con lo que eres, con lo que temes y con lo que aún no comprendes. Cada emoción que aceptas sin huir se convierte en un peldaño para el descenso verdadero que te espera en Samhain.
La oscuridad no es tu enemiga, sino tu matriz creadora: todo lo que enfrentas y reconoces ahora germina en fuerza, claridad y sabiduría. Y cuando llegues a la noche más profunda del año, entrarás en ella no como quien se pierde, sino como quien ya sabe caminar en la penumbra, llevando consigo la luz que solo la valentía de mirar hacia adentro puede encender.
El alma sabia no teme la oscuridad. Es en la oscuridad donde recuerda quién es.
Ann Vincent
